El Chelsea, campeón de la Europa League con un gol de Ivanovic en el descuento
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El técnico español situó a Gary Cahill junto a Branislav Ivanovic
en el centro de la defensa y volvió a adelantar al centro del campo a
David Luiz, para formar la pareja de mediocentros con el veterano Frank Lampard.
No le salió demasiado bien, porque el Benfica fue el claro dominador
durante todo el primer tiempo y, si no rentabilizó su presencia en el
campo rival, fue porque le faltó aplomo para culminar sus numerosas
llegadas al área. Ni el paraguayo Óscar Cardozo, ni los
argentinos Nico Gaitán y Eduardo Salvio, ni el español Rodrigo Moreno
tuvieron la suficiente claridad para encontrar la meta de Petr Cech.
Al contrario, la mejor ocasión del primer tiempo fue del Chelsea; un disparo desde fuera del área de Lampard que despejó con apuros Artur (m.38). Fue, en realidad, la única que tuvo el equipo de Benítez, con Mata y Óscar desconectados y Fernando Torres, inédito.
No
cambió casi nada tras el descanso. El Benfica siguió desperdiciando su
dominio y el Chelsea dando la sensación de estar superado. Pero lo que
varió fue el marcador. A la hora de juego, mientras el conjunto lisboeta
se lamentaba de la enésima aproximación perdida, un remate de cabeza
del Toto Salvio, Cech sacó con la mano hacia el centro del campo. Ahí, con un toque sutil, Mata envió el balón a Torres y, el Niño, con el balón controlado y en carrera aún es infalible; superó a Luisao y regateó al meta Artur para adelantar a su equipo.
Sin embargo, con todo a favor, no sentenció el Chelsea y el Benfica halló el empate gracias a un penalti por manos del español César Azpilicueta que ejecutó Cardozo (m.68).
Se quedó sin dueño el encuentro desde ese momento. Torres reclamó un
penalti por un placaje de Luisao dentro del área. Cardozo puso a prueba a
Cech (m.81) y Lampard envió un cañonazo al larguero, siete minutos
después.
Con el título expuesto a un único acierto, fue Ivanovic el que acertó en el último minuto del descuento. Remató de cabeza en el 93, convirtió al Chelsea en campeón y llevó al desconsuelo al Benfica, maldito en finales europeas desde que ganase al Real Madrid en 1962.
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