3 de marzo de 2013

Este Barça no chuta


He escogido esta caricatura de Caye, del diario Sport, para ilustrar qué sensaciones me da el F.C.Barcelona  desde que Tito marchara a Nueva York. Porque ayer el Barça se queda a 13 puntos del Madrid, muchos todavía, pero hoy el Atlético de Madrid tiene la oportunidad de ponerse a nueve. Y nueve puntos son tres partidos perdidos. Y el Barcelona de los últimos cuatro partidos ha perdido tres. Esta liga se lleva celebrando desde noviembre, cosa normal si destacamos que el Barça de la primera vuelta fue absolutamente espectacular e inmaculado en sus números, 55 puntos de 57 posibles, una "puta barbaridad" como diría Guardiola.

Pero si la liga hubiera empezado en la segunda vuelta, ya no podríamos hablar de números estratosféricos. Después de disputar 7 jornadas, de 21 puntos posibles se han conquistado 13. Ocho puntos han volado en Anoeta, Mestalla y Bernabéu. Pero yo, que soy más de letras que de ciencias, prefiero hablar de las sensaciones que me deja el F.C.Barcelona este último mes y medio de competición. Son los mismos directivos, los mismos jugadores pero sin Tito Vilanova en el banquillo. El capitán del barco azulgrana se encuentra en la otra punta del globo y este Barça está visto que no funciona a control remoto.

Lleva 13 partidos consecutivos sin dejar la portería a cero, 21 goles encajados para ser más exactos. Y en los últimos encuentros lo más preocupante es que genera muy pocas ocasiones de gol. Apenas se chuta entre los tres palos y además no andan sobrados de puntería. La imagen del partido de ayer es Pedro. El canario pasó inadvertido y la jugada que define su estado de forma es aquella en que no supo qué hacer con un regalo que le hace la defensa madridista al querer evitar un córner. Teniendo la portería de Diego López a dos metros, devuelve el regalo en forma de pase erróneo a la frontal del área. También dice mucho de la anarquía azulgrana la falta que Mascherano saca en el centro del campo chutando directamente a portería, pero además muy desviada. Faltan ideas sobre el césped, se ha perdido el alma de equipo -la presión, la solidaridad en defensa, las lineas juntas, las coberturas- y no hay nadie que  tire del equipo cuando las cosas se complican. Iniesta y Messi lo intentan pero no es suficiente. Y en el banquillo también faltan soluciones. Los cambios de ayer fueron cuanto menos discutibles. Como también echo de menos que se vean sobre el campo jugadas de estrategia. Descontando las faltas directas que chuta Leo Messi, me faltan en los últimos tiempos jugadas de pizarra que puedan sorprender al rival.


Además el clásico de ayer en el Bernabéu deja muy maltrecha la imagen del Barça. Primero fue el gesto de Jordi Alba a la afición merengue. Más allá de que no fue una peineta como se vendió enseguida desde los medios de Madrid, fue un gesto a mi parecer absolutamente innecesario. Como el de Gerard Piqué simulando estar esposado ante el árbitro. Y lo peor, la bronca de Valdés a Pérez Lasa al acabar el match, que le costará unos cuantos partidos de ver a su equipo por la tele. Si a todos estos feos detalles que acontecieron sobre el césped, le sumamos las declaraciones de Zubizarreta y Roura hablando de jugadas polémicas, sin mostrar nada de auto-crítica en sus  comparecencias ante los medios, o la imagen de Rosell de risas con Florentino y Aznar en el palco del Bernabéu... ahora sí se empieza a echar de menos a Guardiola que no permitiría nada de todo esto.


Haría bien el entorno barcelonista de dejar de hablar de la remontada de la Champions. Ahora mismo la prioridad máxima es recuperar el ánimo del equipo, su mentalidad ganadora, la filosofía del partido a partido. No se consigue nada vendiendo humo y menos aún la piel del oso antes de cazarlo. En un momento así abogaría por la no comparecencia de los jugadores en rueda de prensa, ni en las redes sociales. Hay que poner los cinco sentidos en el fútbol, sólo en el fútbol. Porque si de algo va sobrado este equipo es de talento en las botas. Hay que reflexionar sobre este último mes y medio y buscar soluciones en el vestuario y en los entrenamientos. Y dejarse de excusas, de árbitros y de tanganas. Guardiola dejó un legado. Que no se tiren por la borda el trabajo y los valores de estos últimos cinco años.

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