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Ayer, en el último partido que el Real Madrid va a disputar en San Mamés, el delantero portugués encarriló la victoria blanca con un soberbio disparo de falta en el primer minuto de partido. Falta que, por otro lado, él mismo había provocado en las cercanías del área del Athletic Club. Después de su habitual ritual antes de cada lanzamiento de libre directo, Ronaldo optó esta vez por la colocación del esférico que se coló por la escuadra derecha que defendía el portero vasco Gorka Iraizoz. Este gol convierte al siete blanco en el jugador de la liga que más marca de falta, desde que él está en el Madrid.
En la segunda parte, y cuando el resultado todavía era de un ajustado 0 a 1 a favor de los merengues, Cristiano volvió a decidir el encuentro, otro más, con un gran remate de cabeza. Antes ya lo había intentado, se había peleado con los defensas, con el árbitro, como si ese partido fuera una final de la que se pudiera llevar un trofeo a casa. Ese es Cristiano, un luchador, un capitán sin brazalete que tira del carro blanco siempre y en todo lugar. Ya no esconde, como antaño, en ningún partido. Y los decide casi todos. Y tampoco es el jugador chupón que sólo sabe chutar a puerta desde cualquier posición. También sabe asistir y cada vez más y mejor. Ayer se inventó una gran asistencia al Pipita que éste no desaprovechó. Fue el 0 a 3 definitivo que quedó en el marcador. Dos golazos de Ronaldo, que esta temporada ya lleva 31 en liga y 50 en todas las competiciones, y un pase de gol a Higuaín, que parece definitivamente ganarle la batalla por el nueve a Benzema.
Hay una cosa que me encanta de Cr7 y es su capacidad de superación. No se ha venido abajo ni un sólo momento pese a que Messi le haya ganado los últimos cuatro balones de oro, especialmente el último en el que Cristiano se veía con muchas opciones de ganar después de conseguir la liga de los récords la temporada pasada. Y no sólo no se derrumbó en enero después de que entregaran este galardón, tan ansiado para él, sino que, por el contrario, desde entonces es un jugador liberado, como si se hubiese quitado de encima toda la presión que siempre parecía llevar a cuestas. Y también mejoró su actitud, tanto dentro del campo como en la zona mixta o fuera de él. Ahora podemos disfrutar de un Cristiano más humilde, más cercano, más coherente en sus declaraciones y menos provocador con los aficionados. Ayer mismo se retiró de San Mamés en medio de un silbido monumental, pero él no se inmutó y se retiró aplaudiendo a la afición. Para mi Leo Messi sigue siendo el número uno del mundo y, probablemente, de la historia. Pero Ronaldo es un grandísimo jugador que hoy en día se ha convertido en el cuerpo y el alma del Real Madrid, generando en el club blanco unos niveles de Cristianodependencia nunca antes exhibidos sin rubor alguno.
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